Astutos e inocentes

En Mateo 10, Jesús tiene algunos consejos interesantes para los apóstoles cuando los envía al mundo para proclamar el mensaje que había estado compartiendo con ellos. Él sabe que ya es impopular, y que la gente a menudo estará en desacuerdo con lo que los apóstoles van a decir. Usando comparaciones con varios animales diferentes, Él les dice: “Os envío a todos como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed, astutos como serpientes e inocentes como las palomas” (v. 16). Luego entra en detalles sobre lo mal que serán tratados por las personas que se sienten ofendidas por su mensaje. “La oveja entre los lobos” es bastante sencilla, pero ¿cómo puedo ser “sabio como una serpiente” e “inocente como una paloma”? ¿Y si Jesús estaba hablando con los apóstoles, ¿esta idea se aplica incluso a nosotros?

Curiosamente, Pablo concluye el libro de Romanos instando a los santos de Roma a tener una mentalidad similar, diciéndoles que sean “sabios para lo bueno e inocentes para lo malo” (16:19). En este pasaje, Pablo concluye su carta con una advertencia contra “los que causan disensiones y tropiezos contra las enseñanzas que vosotros aprendisteis” y continúa que este tipo de persona obra para “engañar el corazón de los ingenuos”. Esta idea de engaño e ingenuidad puede ser de gran ayuda para nosotros al tratar de entender el comentario de Jesús sobre las serpientes y las palomas. Mientras Jesús les hablaba a los apóstoles sin experiencia que aún no captaban su misión, Pablo trata de edificar y animar a los santos que pueden haber sido mayores y más arraigados en su fe, pero algunos podrían haber sido más nuevos y más experimentados, o, para usar su lenguaje, “ingenuos”. Pablo sabía que había gente que trataría de torcer las palabras de los cristianos para perseguirlos; ¡Él había sido uno de ellos! Por otro lado, mientras la iglesia crecía, Pablo sabía que la falsa doctrina se colaría y que la gente iba a pervertir y confundir las Buenas Nuevas. El aliento de Pablo a los santos en Roma, entonces, es que sean “sabios en cuanto al bien e inocentes en cuanto al mal”.

El argumento de Pablo aquí me recuerda la ilustración de identificar dinero falso. Los funcionarios del gobierno que están capacitados para identificar dinero falso pueden hacerlo al estudiar cómo se ve un billete verdadero y válido. No tienen que estudiar todas las características de los billetes falsos; solo tienen que saber cómo son los reales y poder identificar cualquier error. Así debemos ser con la doctrina.

Sin embargo, debemos ser “sabios e inocentes” no solo en la forma en que manejamos los problemas doctrinales, sino también en la forma en que tratamos a los demás y reaccionamos a la forma en que los demás nos tratan. Cuando se les dice a los apóstoles que sean como serpientes, obviamente Jesús no se refiere a engañadores o astutos de una manera manipuladora. Las serpientes también simbolizan la sabiduría o la astucia. En términos simples: ¡no se deje engañar y preste atención! Por otro lado, este juicio sabio debe ser equilibrado y emparejado con la simple inocencia. Esto se puede comparar con la idea bíblica de “inculpabilidad”. Este equilibrio sería de gran beneficio para los apóstoles al no permitir que sus palabras fueran torcidas y no dar a nadie una verdadera razón para hablar mal de ellos.

Para nosotros como cristianos, las “palabras suaves” y el “engaño” van en contra de todo lo que defendemos y ese es el recordatorio que Pablo da a los romanos. Por otro lado, debemos mantener los ojos abiertos y prestar atención a las falsas enseñanzas o malas actitudes con las que Satanás puede estar tratando de infiltrar el Cuerpo de Cristo. También debemos “hacer todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que seamos irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa” (Filipenses 2:14-15). Parte de nuestra tarea diaria como pueblo de Dios es esforzarnos por vivir en paz con todos, sin dejar de apoyar la Verdad (Romanos 12:18, 1 Timoteo 3:15).

Cuando obramos hasta este fin, podemos (y debemos) ser astutos como serpientes e inocentes como palomas.